ciudad maravillosa



CIUDAD MARAVILLOSA






Sin duda Rio de Janeiro continúa lindo, como dice la canción, y especialmente visto desde el aire, en avión, en ala delta o funicular, a vista de pájaro o de nube, para disfrutar la perfección refinada de sus formas y sus juegos de agua y piedra, cemento y selva, que se reproducen infinitamente en el paisaje más espectacular en que una ciudad jamás se ha desarrollado.









La llegada a Rio de Janeiro desde la ventanilla del avión es siempre una experiencia inolvidable, especialmente si se aterriza en el viejo aeropuerto Santos Dumont, construido en el centro de la ciudad, en terreno ganado al mar.




En su pequeña pista el avión parece aterrizar por los pelos, girando justo antes de caer al agua, y todo con el peligro evidente de que el piloto se despiste contemplando las maravillosas vistas de la ciudad.





Botafogo, Copacabana, Ipanema, Leblón, San Conrado, Maracaná, Flamengo.... Son nombres legendarios de la ciudad maravillosa, que se retuerce entre lagunas, playas, colinas y los afilados peñascos de la Sierra de Tijuca, como el Pan de Azucar y El Corcovado, presidiendo todos los panoramas de la ciudad postal.





Los contrastes, problemas y contenciosos, la violencia, la miseria y el tráfico, todo queda allá abajo, todo resulta anecdótico a primera vista, sepultado por la majestuosa belleza en la que conviven armoniosamente las bahías, las playas, las rocas descomunales, las selvas, los barrios de lujo y las favelas...






Pero también hay belleza a ras de suelo, y en Rio el placer es casi sinónimo de playa. La playa es el espacio social por excelencia, y además es gratis, por lo que actúa como una especie de amortiguador de las diferencias sociales.















La playa es una tabla rasa donde bañador y gafas de sol son los únicos elementos de status, y el culto al cuerpo se convierte en el elemento central de identidad, tanto para los ricos de Ipanema como para los pobres de las favelas, situadas directamente encima de los edificios de lujo.









Rio conserva un peculiar sentido de grandeza, debido tal vez a haber sido la capital del país hasta los años 50. 

Esto se refleja en grandes obras públicas como el puente Rio-Niteroi o los grandes túneles que comunican Copacabana e Ipanema con el centro. 

O en la complicada instalación de un funicular en el Pan de Azucar y un tren para subir al Corcovado, con el único propósito de disfrutar de las grandes vistas.





Esta grandeza también se refleja en la rica arquitectura de iglesias y edificios, que abarca todo el abanico histórico de Brasil, desde el barroco colonial hasta el modernismo futurista de Niemeyer, o la insólita catedral metropolitana, con forma de nave espacial.














El gigantesco aparato de las escuelas de samba en el carnaval es una buena muestra del gusto carioca por la celebración a lo grande. 

La ciudad tiene también su música  y sus propios grandes maestros, como Vinicius de Moraes o Tom Jobin, y todo ello contribuye a reforzar la idea de una ciudad maravillosa, donde se sabe disfrutar de la vida.







A pesar de los enormes problemas, la autoestima carioca se mantuvo en alto con la copa del mundo de futbol en 2014 y los juegos olímpicos en 2016. Se diría que el mundo mimaba a su ciudad más bonita para ayudarla a salir adelante. 




Pasados estos grandes eventos, la problemática continúa igual... Los apagones son casi diarios, los telediarios son una crónica de terror y los traficantes disponen de armas capaces de derribar  helicópteros.








Pero nada de esto parece ser capaz de alterar la majestuosa calma del paisaje carioca, o el bullicio festivo instalado permanentemente en Copacabana e Ipanema. Los contrastes brutales y una sensación de apocalipsis continuo son la marca registrada de Rio, infierno y paraíso todos los dias del año.







Al otro lado del puente se encuentra Niteroi, cuya mayor virtud, según los cariocas, es la estupenda vista de Rio. No obstante, Niemeyer la ha puesto en el mapa con un futurista platillo volante, que obliga hasta a los cariocas más perezosos a cruzar la bahía para verlo...













SIERRA DE LOS ORGANOS


A pocos Km. De la zona metropolitana de Rio de Janeiro, hacia el interior, se alza la Sierra de los Órganos, un espectacular sistema montañoso con extrañas formaciones rocosas, con formas caprichosas, como El Dedo de Dios o la Caja de Fósforos.








En esta sierra se encuentra la ciudad de Petrópolis, con temperaturas mucho más suaves que las de Rio. En Petrópolis el Emperador D. Pedro I construyó su palacio y estableció la corte imperial. 

D. Pedro, heredero del Trono de Portugal, había llegado a Brasil, junto con toda la corte, huyendo de Napoleón, que allá por el año 1808 entraba en España dispuesto a conquistar Lisboa.





Una vez pasado el peligro napoleónico, D. Pedro, encantado con aquella belleza, decidió quedarse por aquellas tierras y, tras un periodo de tensiones con la corte lisboeta, proclamó la independencia en 1822, convirtiéndose en el primer Emperador de Brasil.








ITATIAIA
La sierra de Itatiaia es la reina de las montañas de la región, y también es una de las sierras más elevadas de Brasil. 

Itaiaia es  un sugestivo mundo de piedras erosionadas que alcanza casi los 3.000 mts. de altitud, en el pico de Agulhas Negras. 

Es ideal para senderismo y escalada, aunque hay que estar atentos al tiempo, que puede cambiar con gran rapidez... 
















ESPIRITU SANTO


Este pequeño estado es una especie de territorio intermedio entre Río y Bahía, donde ya aparecen las grandes extensiones de arena y palmeras típicas del nordeste. La sabrosa moqueca capixaba es la seña de identidad gastronómica de la región...


Vitoria, la capital, es una agradable ciudad de provincias, en torno a la que hay excelentes playas, como Piuma e Itaunas. 

Al sur, Piuma tiene un paisaje sugestivo, con grandes lagunas y la silueta piramidal del monte Agha dominando el paisaje...




Al norte, ya casi en Bahía, están las magníficas playas de Itaunas, con sus dunas y lagunas enmarcando el amplio horizonte...




















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